martes, 28 de abril de 2009

Jefferson Pérez (1974- ), atleta ecuatoriano especialista en la disciplina de marcha, tricampeón del mundo y primero en conseguir una medalla olímpica para su país.

Jefferson Leonardo Pérez Quezada, su nombre completo, nació en Cuenca y se especializó en la modalidad de marcha. En 1992, se impuso en el Campeonato del Mundo júnior disputado en Seúl (Corea del Sur), en la distancia de 10 kilómetros. Dos años antes, había conquistado la medalla de bronce en esa misma competición, disputada en Plovdiv (Bulgaria). También en categoría júnior, fue campeón sudamericano de la distancia entre 1989 y 1993.

En 1995, fue medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata (Argentina) en la prueba de 20 km (distancia en la que llegarían todos sus éxitos posteriores), convirtiéndose en el primer deportista ecuatoriano que lograba un oro en dicho evento. Su trayectoria en los Juegos Olímpicos se inició en Barcelona 92, donde no consiguió acabar la carrera de 20 km, y continuó con su más brillante resultado en Atlanta 96, donde conquistó la medalla de oro en esa misma prueba. En 1997, se proclamó vencedor de la Copa del Mundo, y en 1999 obtuvo la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Winnipeg (Canadá) y la de plata en el Campeonato del Mundo disputado en Sevilla (España), siempre en la distancia de 20 kilómetros. Si bien no pudo repetir su éxito olímpico en Sydney 2000 (fue cuarto), su calidad le deparó dos sonados e históricos triunfos en agosto de 2003, cuando, en el transcurso de pocos días, ganó sendas medallas de oro en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo y en el Campeonato del Mundo de París. Al año siguiente, en los Juegos de Atenas 2004, estuvo a punto de subir por segunda vez al podio olímpico, pero al igual que le ocurriera cuatro años antes, tuvo que conformarse con el cuarto puesto. Sin embargo, revalidó el oro universal que lograra en la capital francesa en los Campeonatos del Mundo de Helsinki 2005 y Osaka 2007, y su condición de triple campeón mundial le proporcionó un privilegiado lugar en la historia de la marcha atlética.

Eloy Alfaro

(Montecristi, Ecuador, 1842 - Quito, 1912) Militar y político ecuatoriano, máximo representante del liberalismo radical, que fue presidente de la república en los períodos 1895-1901 y 1906-1911.


Eloy Alfaro era hijo del comerciante español Manuel Alfaro y la manabita Natividad Delgado. Su padre se dedicaba a la exportación y Alfaro participó en los negocios paternos, viajando al Perú, Colombia, América Central y el Caribe. En lo político, se inclinó por el liberalismo y en 1864 participó en una fracasada insurrección contra García Moreno. Exiliado en Panamá, allí emprendió varios negocios con éxito. En 1872, y siendo ya un hombre rico, contrajo matrimonio con Ana Paredes Arosemena, hija de uno de los notables del Istmo.

En 1875, tras el asesinato de García Moreno, Alfaro volvió al Ecuador y combatió al gobierno de Antonio Borrero. Apoyó el golpe de Estado de Veintemilla en contra de Borrero, el 8 de septiembre de 1876, tras el cual fue nombrado coronel. Pero meses después se declaró contrario a Veintemilla, que no cumplió el programa liberal prometido. A inicios de 1883, Alfaro fue proclamado jefe supremo de Manabí y Esmeraldas y organizó un ejército que derrotó al dictador, cuyo último reducto, Guayaquil, cayó el 9 de julio de 1883.

Tras el triunfo "restaurador", como se llamó al movimiento coligado en contra de Veintemilla, una Asamblea Constituyente eligió como presidente a José María Plácido Caamaño, frente a Alfaro, sostenido por los liberales. En 1884, cuando Caamaño se instaló en el poder, Alfaro encabezó una nueva revuelta que suspendió tras casi cuatro años de lucha, dedicándose entonces a los contactos internacionales. Sus adversarios se referían a él con el sobrenombre burlesco de "general de las derrotas", debido a sus fracasos militares.

Pero las cosas cambiaron al estallar el escándalo de "la venta de la bandera", el 3 de enero de 1895. En junio de ese año se desató la Revolución Liberal en Guayaquil: el presidente Luis Cordero debió renunciar, y Alfaro, que estaba en Panamá, fue proclamado jefe supremo. Alfaro llegó a Guayaquil el 19 de junio de 1895, e inmediatamente preparó el ataque contra los conservadores, atrincherados en la Sierra, a quienes los liberales derrotaron en San Miguel de Chimbo, Gatazo y El Girón antes de llegar a Quito, el 4 de septiembre.

Más tarde, el 12 de enero de 1897, una Asamblea Constituyente, tras expedir la undécima Constitución, se pronunció por el liberalismo y eligió como presidente a Alfaro. Durante su primer gobierno, que concluyó en 1901, Alfaro se dedicó a consolidar el triunfo liberal, a establecer la separación entre la Iglesia y el Estado y a impulsar la construcción del ferrocarril entre Quito y Guayaquil.

Más notable fue el segundo gobierno alfarista, vigente entre enero de 1906 y agosto de 1911. En este período se promulgó la Constitución de 1906, "la carta magna del liberalismo ecuatoriano"; se continuó la construcción del ferrocarril transandino, que arribó a Quito el 25 de junio de 1908; se consolidó la secularización en la enseñanza pública, y se realizaron también obras de infraestructura y comunicación.

En 1910 el conflicto limítrofe con el Perú estuvo a punto de provocar la guerra. Entretanto, se produjeron fisuras en el partido liberal, donde se enfrentaban el liberalismo radical de Alfaro y el liberalismo oligárquico de Leonidas Plaza Gutiérrez. En las elecciones de 1911, el gobierno alfarista impuso a su candidato Emilio Estrada mediante un fraude, pero Alfaro se arrepintió de tal maniobra y quiso obtener la renuncia de Estrada mediante la convocatoria a un congreso extraordinario. Para entonces, el placismo se había aliado con Estrada en contra de Alfaro, que fue depuesto por el pueblo y el ejército y debió abandonar el país.

Entonces asumió el poder Carlos Freile Zaldumbide, quien entregó la presidencia al electo Emilio Estrada, en diciembre de ese año. Pero Estrada falleció y Freile Zaldumbide asumió la presidencia. Alfaro y otros dirigentes radicales regresaron al país pensando influir en la designación de un nuevo mandatario, pero Freile Zaldumbide los apresó en Guayaquil.

Trasladados a Quito, el 28 de enero de 1912 una turba asaltó la prisión y acabó con Eloy Alfaro, Flavio y Medardo Alfaro, Luciano Coral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos, arrastrados a modo de trofeos sangrientos por la ciudad, fueron quemados en El Ejido. Al parecer, una oscura alianza entre el placismo y los conservadores fue el origen de esta acción criminal.

La obra de Alfaro, apelado el viejo Luchador, es una de las más notables de los gobernantes del Ecuador, tanto por las transformaciones ideológicas que logró, como por las obras que realizó. Fueron también numerosas sus intervenciones en el campo social: exoneró del tributo territorial a los indios de la Sierra y a los montuvios de la Costa; suprimió la prisión por deudas; permitió la participación de la mujer en cargos administrativos; promovió escuelas y centros de educación. En el campo internacional promovió una reunión de representantes hispanoamericanos en México para la formación de un Derecho Público Americano; intervino ante la reina María Cristina en favor de la independencia de Cuba y luchó por resucitar la idea bolivariana de la Gran Colombia; en torno a él se unió el pueblo frente al Perú, pero no lo respaldó en su idea de alquilar a Estados Unidos las islas Galápagos.

Alfaro es una de las más fuertes personalidades que han guiado al pueblo ecuatoriano. Considerado, por unos, paladín de las libertades e instaurador de la democracia en su país, es, para otros, la encarnación del anticlericalismo y del despotismo político. Su militarismo, prepotencia y carácter dictatorial lo llevaron a conculcar los derechos de sus adversarios en nombre de la ideología radical de su partido, y le ganó la airada protesta de los intelectuales del país y el rechazo, y el odio incluso, de muchos de sus copartidarios. Para el partido liberal ecuatoriano -e incluso de otros países-, Alfaro ha pasado a la historia como el arquetipo y mártir de las ideas libertarias.


Las Menestras del Negro

Cuando Juan Pablo Campaña llegó a Quito proveniente de Santo Domingo de los Colorados, lo primero que comenzó a extrañar era ese olorcito de los puestos de menestra con carne asada, que inunda el ambiente de esa ciudad a partir de las seis de la tarde.

Iba para el centro, y nada; los buscaba en los alrededores, y nada. ¡No habían menestras en Quito!, algo incomprensible en una ciudad habitada por 'chagras' adictos a ese plato.

Entonces, había que inventarlas. Y esa idea le quedó rondando en la cabeza. En esa época todavía era estudiante de secundaria, y tenía otras cosas que resolver. En el colegio conoció a Juan Manuel Pachano, y se hicieron 'grandes panas', no solo por los estudios, sino porque Juan Manuel también tenía ese gustito por la comida y le atraían los riesgos.

Se hicieron socios y emprendieron en un negocio de entrega de almuerzos en oficinas bancarias; después madrugaban casi todos los días a Tandayapa, cerca de Nanegalito, a comprar truchas frescas para sondear los gustillos gastronómicos de sus clientes; un tiempo les dio por los ceviches. Y todo eso mientras todavía eran estudiantes. El único problema que tenían era su edad. Demasiado jóvenes para el gusto de los bancos. Y solo después de tanta insistencia, lograron un pequeño préstamo. En ese rebotar de un lugar para otro, fueron a parar en un localito de tres por cuatro metros, en la Roca y Seis de Diciembre, donde no cabían más de 15 personas. Y allí comenzaron a vender menestras con carne y pollo, con la ayuda de una parrilla casera.

Ellos mismos madrugaban al mercado, cocinaban, servían y por la noche estudiaban.

A las pocas semanas, el local ya les quedaba pequeño, lo cual los obligó a buscar uno más grande y a ponerle un nombre atractivo, que además tuviera un gancho criollo. Y así nació Menestras del negro, uno de los lugares de comida más concurridos en Quito, y una de las cadenas más sólidas, que en dos años ha logrado abrir seis restaurantes y planea abrir un séptimo y expandirse al resto del país.
Juan Pablo tiene ahora 23 años, y Juan Manuel, 24. Pasaron sin saber cómo, de estudiantes a empresarios, de vendedores de almuerzos a gerentes de una considerable cadena especializada en uno de los platos más tradicionales del Ecuador. "Resucitamos la menestra, y ya tu ves..." comenta alegre Juan Pablo y lo festeja Juan Manuel.

Cuando pueden, ellos mismos van a los restaurantes y se dedican a servir los platos. Es una manera de guardar el sentido de equipo que tienen con los empleados, que suman más de 80, entre meseros y personal administrativo.

Lo que nació como una 'hueca' para saciar el hambre de los burócratas en la tardecita, es ahora una de las cadenas de restaurantes más importantes de Quito. Y todo, porque Juan Pablo Campaña extrañaba las menestras de Santo Domingo.

Cortos

  • Alrededor de este negocio funcionan decenas de empresas proveedoras: vendedores de tarrinas, de servilletas, fabricantes de vasos, comerciantes de arroz, de fréjol y de lentejas, criadores de pollos, etc.
  • Son más de 80 familias, que se benefician de esta fuente de trabajo.

La Favorita

La pequeña bodega de jabones, velas e importados, abierta en 1945 por Guillermo Wright Vallarino es hoy una de las 500 empresas más eficientes del continente y la mayor red de supermercados de Ecuador.

El espectacular crecimiento del grupo La Favorita fue construido con base en una mezcla de buenas ideas, organización, disciplina y decisiones acertadas.

Las cifras de La Favorita, 62 años después de su fundación, impresionan: entre diciembre de 2002 y noviembre de 2003 más de 23,5 millones de clientes pasaron frente a las registradoras de sus almacenes, en una nación de poco más de 12 millones de habitantes. Es como si el país entero hubiera entrado dos veces a comprar en la cadena.

La historia de la expansión empieza en 1957, cuando La Favorita inauguró el primer autoservicio del país y fue creciendo como negocio poco a poco hasta 1970, cuando se subió en la nueva ola de los centros comerciales, que empezaban a construirse en Ecuador, siguiendo la moda de los grandes malls en Estados Unidos.

El gran salto ocurre tras la construcción del Centro Comercial Iñaquito, en Quito, donde La Favorita abrió un Supermaxi en 1971, iniciando el modelo y el nombre que llevarían a la empresa a consolidarse en los años ochenta y noventa. Para 1981 la marca Supermaxi ya estaba en los centros comerciales Amazonas, CCI, América y el Centro Comercial del Sur y para 1988 La Favorita ya tenía 1 029 accionistas frente a los tres con que contaba en el año de su fundación.

Nuevamente otra decisión acertada, como la de entrar en los centros comerciales, le dio impulso a la empresa: en 1977 sus ejecutivos resolvieron que era mejor centralizar las bodegas, esto significó que la mercancía no iba a ser recibida por cada local, sino que iría a un único lugar de almacenamiento desde donde sería repartida a cada almacén. Para los ejecutivos de La Favorita esta decisión, aparentemente simple, tuvo un gran impacto en el crecimiento de la empresa.

El control sobre los proveedores se hizo más eficiente, los costos (una vez centralizados) disminuyeron, la verificación de calidad se hizo más sencilla y La Favorita racionalizó un proceso que era largo y difícil. Sus competidores no adoptaron esta estrategia y por eso no han logrado las tasas de crecimiento de La Favorita, dice uno de los ejecutivos de esta última.

El efecto inmediato del modelo fue la posibilidad de que La Favorita, una vez resuelto el esquema de provisión, pudiera abrir locales en otras ciudades del país.

Una prueba de fuego

El modelo de centralización traería consigo, también, uno de los mayores retos que debió afrontar La Favorita en su historia.

En la noche del 15 agosto de 2001 un incendio redujo a cenizas los 45 mil metros cuadrados de bodegas de la empresa en Quito, que habían sido inauguradas en 1988, tras 15 años de construcción por etapas, y que concentraban las provisiones para sus supermercados.

Fue literalmente una 'prueba de fuego' para la administración de La Favorita. "Dejamos de entregar la mercancía a los almacenes solo durante 24 horas. Al día siguiente ya estábamos recibiendo legumbres en bodegas alquiladas a nuestros mismos proveedores y continuamos funcionando", dice un ejecutivo de La Favorita para quien "ahí se vieron la capacidad, la organización, la fuerza de la empresa y el compromiso de su equipo humano".

Las firmas Unilever, Bopp, La Universal, Medias Roland y la familia Abedrabo les prestaron sus bodegas durante un año, pero La Favorita convirtió el problema nuevamente en una oportunidad de negocios: inauguró en septiembre de 2002 un moderno complejo administrativo y de bodegas cerca de Sangolquí, a las afueras de Quito.

Son 100 mil metros cuadrados de área de almacenaje, donde la disciplina para todos los proveedores es espartana: cada proveedor tiene un día y una hora exactas para descargar sus productos, si no fuera por eso, atender a más de 6 000 surtidores sin un horario fijo derivaría en el caos total: "Es por eso que nunca tenemos filas de camiones frente a las bodegas", recalca un empleado de La Favorita.

Identidad y apertura

La Favorita es una de las pocas empresas en Ecuador que hace públicos sus balances, porque cotiza en la Bolsa desde hace 25 años (en eso también es pionera). Tiene el 50% de su capital representado en acciones y un modelo de administración de burocracia cero, en el que nadie se queda sentado ocho horas frente a un escritorio; la cúpula de la empresa visita constantemente los almacenes, mezclándose con el público, para medir de primera mano cómo van las cosas.

Otra ventaja que le permitió crecer es el hecho de haber tenido siempre una identidad bien definida y un foco claro, según un ejecutivo de la empresa. La Favorita nunca quiso abrir grandes hipermercados al estilo Carrefour, K Mart o Wall Mart, se hizo más bien a un perfil de supermercados medianos y grandes pero no tanto como para convertirse en bodegas.

Otro de los puntales de la filosofía de la empresa también le ha servido como plataforma de crecimiento: La Favorita entra a producir en las áreas en las que el mercado no está listo para suplir la demanda de productos.

Un ejemplo de esto es el segmento de carnes. La empresa vio la necesidad de mejorar la calidad del producto y comenzó a monitorear las reses en los criaderos para asegurarse de que el ganado no supere los 24 meses de edad y que la carne sea suave.

Adicionalmente, La Favorita abrió un camal frigorífico en Santo Domingo de los Colorados (Pichincha), para controlar los procedimientos de sacrificio del ganado y montó una red de frío, que no existía antes.

La Favorita también tiene una empresa dedicada a la cría de pollos, una pasteurizadora de leche, pan fresco con la línea Maxipan.

Benchmarking

Para mantenerse eficientes, monitorean a los demás supermercados de la región y se comparan con ellos constantemente; la práctica se llama benchmarking y es uno de los motores que empuja a la empresa a continuar innovando pese a que ocupa ya una posición de líder indiscutido en el mercado local y, al parecer, sin amenazas a la vista.